[ad_1]
Hay dos temas que me preocupan mucho del gobierno actual. En un segundo lugar, está el tema de la salud. Nuestro sistema de salud se ha depurado durante décadas, desde el inicio de la ley 100, en el gobierno de César Gaviria. Y parece que esas ganancias y luchas de años, pasarán pronto a ser historia.
En hechos rara vez vistos en Colombia, varios gobiernos sucesivos trabajaron, uno tras otro, para mejorar la implementación de una ley que buscaba aumentar la cobertura en salud con un propósito: usar los recursos de los más pudientes y los recursos del Estado para atender a todos. Incluida, claro, la mayor parte de la población sin recursos para aportar.
La tutela y las sentencias de la Corte Constitucional se convirtieron en el arma de los ciudadanos, frente a los abusos de las EPS, que debían gestionar los servicios. A las buenas oa regañadientes, se fueron quedando las entidades que gestionaban un mejor servicio y mayor cobertura.
Con el tiempo, la Corte dictaminó que las EPS debían garantizar el derecho a la salud, incluso para quienes estaban en mora. Además, se dispuso que debían financiar el transporte de colombianos enfermos, ubicados en sitios remotos. Con el paso de los años se unificó el POS, el Plan Obligatorio de Salud, que incluye una serie de servicios y tratamientos a los que cualquier, sin importar su capacidad de pago, debe acceder el colombiano.
Actualmente son miles los casos de gente enferma que recibe una atención completa y permanente, en tratamientos que en otros países son sencillamente inaccesibles, incluyendo el acceso a medicamentos. Muchos adultos mayores han estabilizado graves condiciones lo que ha permitido prolongar su expectativa de
vida gracias a los servicios de salud. El sistema, además, ha igualado el acceso a tratamientos sin importar el poder adquisitivo. Una persona del régimen subsidiado, el SISBEN, puede recibir una cirugía de alta complejidad en una entidad como la Fundación Santa fe en Bogotá, sin que esto signifique para ella un costo.
El sistema estaba lejos de ser perfecto, pero fue su depuración y reformas permanentes lo que permitió mejorar la cobertura y la prestación de los servicios. Carlos Palacino, ex presidente de la liquidada Saludcoop, hoy condenado a 15 años de cárcel es ejemplo de los incentivos perversos de la ley 100, pero también de su depuración permanente.
Para miles de personas enfermas y con tratamientos permanentes, el sistema actual es lo que les permite recibir una atención médica del mejor nivel, sin quedar en la calle.
Pero aunque claramente el tema de la salud me preocupa mucho, hay otro que me inquieta aún más, por lo que simboliza: los aplausos. El presidente comparte en sus redes permanentemente imágenes de discursos en los que habla frente a decenas de personas, cuyo punto en común son los rítmicos aplausos.
Justamente sobre el tema de salud, recientemente, en el Caribe Petro aseguró en un evento, sin vergüenza alguna, frente a las cifras que expertos en salud pública han contradicho, que en los últimos 10 años, 340.000 colombianos murieron porque las EPS “se robaron la plata”. El aplauso fue más bien lánguido, pero como en muchos de sus eventos, presente.
Esos aplausos preocupan porque no parecen un gesto auténtico para un presidente en ejercicio y se parecen mucho a los aplausos del mismo político, pero en campaña.
La ansía de mostrar apoyos en lugar de resultados no es nuevo, en septiembre de 2023 un video del discurso de Petro en la Asamblea de Naciones Unidas fue alterado, para mostrar que sus palabras habían tenido un apoyo que no se dio en la realidad. El escándalo terminó con el despido de la persona responsable del video.
Y para quienes pensamos que la amistad entre Gustavo Petro y Nicolás Maduro más que una cercanía, es una mentoría, ciertos símbolos son preocupantes.
Después de 25 años de chavismo ya pesar de la salida de más de siete millones de venezolanos huyendo de la dictadura, en los eventos públicos Maduro siempre está acompañado de decenas de ciudadanos que aplauden en los momentos clave, como si se tratara de un show de comedia, ¿quién aplaude a una dictadura de 25 años?
A pesar de las evidentes consecuencias de la dictadura venezolana, que los colombianos vemos a diario en nuestras calles y que solo se pueden negar en el discurso y no en la práctica, los discursos de Nicolás Maduro están llenos de gente que lo apoya con las palmas. . Y cuando una estética similar se ve en los discursos de nuestro presidente, esos son aplausos que realmente preocupan.
[ad_2]
Source link