El brutal como humillante crimen llevó a cabo -a mansalva y sobreseguro-, en la humanidad del ministro de justicia Rodrigo Lara Bonilla en la capital del país (30 de abril de 1984), llenó de espanto a la sociedad democrática internacional, y de desesperanza. a los sectores populares colombianos.

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Lara Bonilla, con sus documentadas denuncias, fue el primero en pretender frenar la poderosa ofensiva del narcotraficante antioqueño Pablo Escobar.

Sin embargo, este hecho macabro, contrario a lo planeado por el crimen organizado, no llevó al triunfo a aquella sórdida unión de narcos, sicarios, paramilitares, empresarios sin escrúpulos, élites dominantes y políticos corruptos -que aún hoy, bajo otras formas-, actúan y se enriquecen impunemente sobre los cadáveres y el sufrimiento de millones de colombianos.

Por el contrario, su sacrificio abrió los ojos de un país adormecido por el dinero fácil y agrupó conciencias para oponerse al aberrante proyecto de convertir a Colombia en un Estado paria, dominado por las estructuras poderosas del crimen organizado.

Rodrigo Lara Bonilla fue una de las figuras políticas más importantes de la historia colombiana finalizando el siglo XX. Nacido en Neiva, Huila, el 11 de agosto de 1946, fue abogado y líder político de esta región por el Partido Liberal y cofundador, con Luis Carlos Galán, del partido Nuevo Liberalismo, en su versión más progresista. Cada uno estimaba al otro, no sólo como un aliado, sino como el dirigente admirado de un gran pueblo y ambos esperaban que un proceso democrático de paz le diera paso al desarrollo equitativo del país.

Durante sus adolescencias, ambos vivieron en el establecimiento del Frente Nacional. Sin embargo, cuando el país empezaba a sentir las consecuencias de ese “frustrante túnel bipartidista” se despertaron en ellas simultáneamente irrefrenables aspiraciones políticas.

En la carrera política de Lara Bonilla se destaca, haber sido designado por el presidente Carlos Lleras Restrepo como alcalde de Neiva en 1969. Posteriormente asumió cargos diplomáticos en París y regresó al país para ser elegido representante a la Cámara por el departamento del Huila, entre 1978 y 1982.

Lara Bonilla como ministra de justicia, realizó una serie de denuncias sobre la unión del narcotráfico con políticos, jueces, policías y empresarios.

A propósito de las contradicciones que se presentaron entre los dirigentes tradicionales del Partido Liberal, Julio César Turbay y Alfonso López Michelsen con aquellos jóvenes líderes progresistas representados por Luis Carlos Galán y Rodrigo Lara Bonilla, estos últimos, crearon el Partido Nuevo Liberalismo. Asumiendo unas banderas de avanzada, decidieron participar en las elecciones presidenciales y legislativas de 1982, Galán perdió la presidencia contra Belisario Betancur y Lara Bonilla fue senadora elegida.

Lara -elocuente y vibrante orador público-, osciló entre el oficialismo y las disidencias del Partido Liberal, pero siempre fue un férreo defensor de políticas sociales, de la misma forma que denunciaba el clientelismo y asumía valerosas políticas progresistas dentro de la línea del liberalismo de izquierda.

Fue alcalde, concejal, diputado, senador y brillante ministro, fue parte activa de importantes procesos políticos, económicos y administrativos del país. Finalmente, en sus últimos meses de vida, fue uno de los primeros en denunciar el acceso del narcotráfico a la política, un fenómeno por el que empezaba a pasar el país bajo el gobierno de Julio César Turbay Ayala, y que sería el catalizador de la Crisis del régimen heredado del Frente Nacional.

Cuando el liberalismo entró al gobierno de Belisario Betancur, Rodrigo Lara ganó la cartera de Justicia, para cuyo desempeño tenía no solamente toda la fortaleza moral y ética, además del peso político y la experiencia, sino la formación académica como uno de los más brillantes y reconocidos profesores de derecho constitucional del país, con reconocimiento internacional.

Lara Bonilla como ministra de justicia, realizó una serie de denuncias sobre la unión del narcotráfico con políticos, jueces, policías y empresarios. Puso sus ojos en los negocios de los líderes vinculados al cartel de Medellín, logrando la expulsión de Escobar del Congreso de la República y la eliminación de su visa a los Estados Unidos.





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