Si a los habitantes de Manizales les preguntan cuál ha sido el año más difícil para esta ciudad en su historia reciente, la mayoría respondería que el 2011. Entre octubre y noviembre de ese año, los manizaleños Estuve 17 días sin agua. debido a derrumbes que taponaron las bocatomas del acueducto. Además, otro alud rompió un tubo y la ciudad se quedó sin gas domiciliario. Y para rematar, días después del restablecimiento del servicio de agua potable, un gradualmente arrasó parte de un barrio y provocó la muerte de 48 personas.

Sí, todo eso en menos de un mes. Por esa época, Colombia atravesaba la inclemencia de un intenso fenómeno de La Niña, además de que el último trimestre del año ha sido habitualmente un período de lluvias. Aunque los habitantes de Manizales saben de sobra que en invierno hay una gran posibilidad de derrumbes y tragedias, nadie imaginó lo que ocurrió en el 2011.

El inicio de la tragedia

En la madrugada del 19 de octubre de 2011, los bomberos del barrio La Enea informaron que un gigantesco gradualmente taponó la bocatoma de l.a planta de tratamiento Luis Prieto Gómez del acueducto. Las autoridades advirtieron que más de la mitad de la ciudad se quedaría sin el servicio de agua potable. Luego, anunciaron que dispondrían de carrotanques para llevar el líquido vital a los barrios. Mientras tanto, no dejaba de llover en la ciudad.

Con la salida de servicio de la planta Luis Prieto Gómez —la más importante del sistema del acueducto— el abastecimiento de agua potable lo entregó la planta Luis Prieto Gómez II. Pero lo inesperado ocurrió. Otro derrumbe obstruyó la bocatoma de la segunda planta y la ciudad se quedó sin la posibilidad de producir agua apta para el consumo humano. La ciudad de cerca de 380 mil habitantes en esa época comenzaba a vivir un calvario que se prolongó durante tres largas semanas.

Con carrotanques se abasteció Manizales se debía llevar el agua.

Foto:el tiempo

El entonces alcalde de Manizales, Juan Manuel Llano, ordenó la suspensión de las clases en los colegios públicos y lo propio hicieron los colegios y las universidades privadas. En las industrias y los establecimientos de comercio se trabajó hasta cuando hubo agua. Las entidades del Estado suspendieron la atención al público. Los centros comerciales cerraron sus baños.

Pero la situación más compleja se vivió en las calles de la ciudad cuando el agua se acabó en las casas y los conjuntos residenciales. Las familias comenzaron a salir a las calles cuando llegaba un carrotanque de un municipio cercano para hacer largas filas, con baldes, canecas, tarros y hasta en tinas de plástico para bañar bebés; de cualquier recipiente que sirviera para recoger agua se echaba mano.

Los habitantes del barrio Cervantes protestaron por la falta de agua.

Foto:CEET

Aunque la Alcaldía trató de distribuir en toda la ciudad los carrotanques que llegaban de municipios cercanos, en las calles no faltaron las peleas entre vecinos por no respetar las filas. Los conflictos aumentaron en la medida en que pasaron los días y las bocatomas continuaron obstruidas. En algunos barrios hubo desordenes, quema de llantas y piedras. No hubo necesidad de que el antiguo Escuadrón móvil antidisturbios (Esmad) de la Policía actuara. ¿Además de dónde iba a sacar agua para dispersar a los manifestantes?

​En esas tres semanas, los habitantes de Manizales que tenían carro siempre llevaban garrafones con tapas porque en cualquier momento podrían encontrarse un carrotanque repartiendo agua, con una fila no tan larga y tenían tiempo para hacerla.

‘Macondo en Manizales’

Las autoridades decidieron conservar el agua de los bomberos por si se presentaba un incendio. Un día, en la estación central del organismo de socorro recibió una llamada en la cual reportaron un incendio en unas viviendas en la comuna San José, la cual está ubicada en un sector con una profunda problemática social. Una máquina extintora, con varios bomberos salió para atender la emergencia. Cuando ubicaron la dirección donde supuestamente se quemaban las casas, no había llamas, pero sí hombres que intimidaron a los bomberos para que les entregaran los 3 mil litros de agua a personas que ya tenían los baldes listos.

Durante los días en que Manizales estuvo sin el servicio, la gente recogía agua lluvia para usarla en los baños y el aseo de las casas. No faltó el que se bañó el cuerpo debajo de un tejado. Muchas personas, sobre todo en la zona rural, buscaron nacimientos de agua para abastecerse, pero uno, ubicado en la ciudad, llamó la atención de las autoridades. Estaba ubicado en una escalera del cementerio central de la ciudad. Las autoridades debían pedirles a quienes sacaban agua de ese lugar que dejaran de hacerlo porque ese líquido podía contener sustancias nocivas para la salud.

El peor final para una crisis

En los primeros días de noviembre, la empresa Aguas de Manizales pudo restablecer el funcionamiento de las bocatomas y rehabilitar las dos plantas de tratamiento. Sin embargo, les pidieron a los habitantes que no abran las llaves inmediatamente porque podría haber roturas de las tuberías., que estaban llenas de aire. Los manizaleños atendieron el llamado, pero a la una de la mañana del 5 de noviembre, en el céntrico barrio Cervantes, la comunidad evidenció una filtración de grandes de agua sobre una ladera y cerca de la tubería principal del acueducto.

Tres horas y media después, una fuerte explosión provocó alarma en el barrio y muchos salieron a las calles a ver qué había pasado. Una patrulla de la Policía llegó al lugar a las 6 de la mañana y Advirtieron que se estaría formando un gran paso de tierra.. Solo 15 minutos después, la montaña crujió y en segundos 17 viviendas fueron cubiertas por toneladas de tierra. Esa madrugada la vida de 48 personas se apagó.

Derrumbe en el barrio Cervantes de Manizales que se registró hacia las 6 de la mañana.

Foto:el tiempo

Investigaciones posteriores a la tragedia −una de las peores de la historia de Manizales− concluyeron que o de manera gradual lo provocó la rotura de una tubería. Solo hasta el presente año los familiares de algunas de las víctimas fueron indemnizados.

Pero ese noviembre negro tenía otra calamidad para Manizales. El día 17, un derrumbe en el sector de Sabinas rompió un tubo de 20 pulgadas del gasoducto Mariquita-Cali y la capital de Caldas, que apenas volvía a tener agua, se quedó sin gas domiciliario al igual que el Eje Cafetero y el Valle del Cauca.

La fiesta de fin de año de ese 2011 ha sido quizás la más celebrada por los habitantes de Manizales. Ese 31 de diciembre muchos exclamaron: «¡Por fin se acabó este año tan horrible!».

Fernando Umaña Mejía

REDACCIÓN ÚLTIMAS NOTICIAS

@ferumapress

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