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Han sido noticia los campus de algunas de las más importantes universidades de Estados Unidos a raíz de los campamentos que colectivos de estudiantes han organizado en lugares emblemáticos de estos para expresar su apoyo a los civiles palestinos y pedir que Israel cese sus ataques contra esa población. los cuales se originaron tras la incursión terrorista de Hamás en octubre. La magnitud de las movilizaciones –algunas de las cuales ya comienzan a diluirse– ha recordado las de 1968 contra la guerra de Vietnam que marcaron una época.
Y así como diferentes personalidades que públicamente han mostrado su solidaridad con el campamento neoyorquino, voces cercanas a Israel, entre ellas congresistas republicanos, han advertido sobre un peligroso discurso antisemita que estaría alimentándose desde estos lugares que pondría en riesgo a los estudiantes judíos de la universidad. . Dicha institución está cada vez más en la mira de los republicanos que la señalan –en medio del fragor de lo que los analistas han llamado la guerra cultural– como enclave de posturas progresistas e incluso de extrema izquierda. Por lo anterior se enfrenta, como otras tantas que han sido escenario de campamentos, al riesgo de perder el apoyo de donantes pertenecientes a la comunidad judía.
Puede ocurrir, coinciden analistas, que algún sector del electorado, el más afín con Palestina, opte por el abstencionismo.
Más allá de cuál sea el desenlace, lo lamentable sería que el resultado de esta movilización se reflejara más en la contienda electoral que en el fin que originalmente la convocó. Independiente de las valoraciones que puedan hacerse sobre los métodos de los estudiantes estadounidenses, es una verdad de un puño que el mundo no puede permitir que el sufrimiento aterrador del pueblo palestino se convierta en paisaje.
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