En agosto del 2007 quedó al descubierto una de las más grandes e históricas infiltraciones de la mafia a las Fuerzas Armadas de Colombia.

Todo salió a la luz con las publicaciones exclusivas que hizo la sección Justicia de este diario. El escándalo fue de marca y de vergüenza mayor, pero nuestro país sin memoria ya no lo tiene en su récord.

Diego León Montoya, el capo de capos del cartel del norte del Valle, se había hecho con un ejército que cuidaba sus cargamentos, movía arsenales para enfrentar la guerra que sostenía contra otros narcos y controlaba el cañón de Garrapatas y todas las rutas del Pacífico. por donde sacaba toneladas de cocaína de alta pureza a Estados Unidos y Europa.

El artífice de ese grupo élite, su mano derecha, era el mayor retirado del Ejército Juan Carlos Rodríguez Agudelo, un avezado militar de las Fuerzas Especiales que no dudó en reclutar a sus excompañeros de tropa y formó una compañía de comandos, curtidos en la lucha. antiguerrilla, pero que pasó a engrosar las filas de la multinacional narcotraficante.

Él y sus hombres llevaron a la escena del crimen todas las tácticas que aprendieron en los cursos que el Estado les costó para convertirlos en la fuerza élite del Ejército colombiano y así lograran extinguir a la antigua guerrilla de las Farc y ser el referente militar del hemisferio. . Pues no fue ni lo uno ni lo otro.

Como se diría en el argot popular, “esa platica se perdió” y, como siempre, las víctimas quedaron en el limbo.

Su ingenio llegó a tal punto que por poco logra rescatar de la prisión más custodiada y segura del país en el 2007 al hermano de ‘don Diego’. Los informes reservados de la contrainteligencia del Ejército tienen registrado cómo el alcalde Rodríguez ya tenía listo un helicóptero en el que sacaría de la penitenciaría de alta seguridad de Cómbita a Eugenio Montoya, gracias a que tenía comprados a un piquete de policías y guardias del Inpec.

Ese cerebro, el alcalde Rodríguez Agudelo, autobautizado como Zeus, es el mismo que el pasado 21 de abril se fugó de la estación de policía de Cúcuta, 11 días después de su segunda captura.

Ya había estado en prisión entre el 2008 y el 2021, pero la Jurisdicción Especial para la Paz (JEP) ordenó su libertad condicional por su ‘compromiso’ con la verdad, la justicia y la reparación. De por sí, había participado en 10 sesiones en las que reconocieron su responsabilidad en ejecuciones extrajudiciales y asesinatos de militantes de la Unión Patriótica.

En una entrevista que le hice en el 2012, me respondió abiertamente: “Me había dejado envolver y empecé a tener nexos con las autodefensas desde el año 1999… Se asesinó a mucha gente inocente”. Y, acto seguido, me recordó que uno de los promotores de todo esto era el general Mario Montoya (excomandante del Ejército) y que le conocía muchos pecados.

Esos y los pecados que les conoce a muchos otros fueron a irse con Zeus tras su fuga. Lo más inaudito aún es que dos décadas después su poder corruptor siga rondando. Quedó demostrado con la captura de tres policías que custodiaban la estación de Cúcuta y que, según los mismos mandos de la institución, habrían permitido su huida.

Este hombre, que ha mantenido un bajo perfil, es realmente del talante de los capos que cuidaba en el pasado. El mismo presidente Gustavo Petro señaló a ‘Zeus’ de liderar el robo de armas de las guarniciones militares de Tolemaida y La Guajira.

No es descabellado, porque su vínculo con muchos activos militares sigue intacto. Algunos de ellos están haciendo acercamientos con abogados para buscar beneficios jurídicos a cambio de hablar. Dicen ellos que varios de los aliados protectores de ‘Zeus’ son los otros paramilitares que ‘trabajaron’ hombro a hombro con él, para tomarse el sur del Putumayo en el 2000, y que ahora hacen parte del ‘clan del Golfo’.

Un déjà-vu más, como los otros tantos que mencionó en esta columna. La misma espiral de violencia a la que parecemos estar condenados.

​(Lea todas las columnas de Jineth Bedoya Lima en EL TIEMPO, aquí).





Source link

Comparte NdS

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *