RTVC, o sea, la Radio Televisión Nacional de Colombia, apareció hace un poco menos de 20 años. Reemplazó a Inravisión, que fue un pilar durante cuatro décadas. Y, a finales de 2004, desarrolló la tarea de producir y transmitir servicios de radio y televisión estatal como Señal Colombia, Canal Institucional y Radio Nacional de Colombia. Es justo decir que desde el principio honró el trabajo de los antecesores, y que ha sido una buena época para sus canales y sus emisoras. De cierto modo, RTVC ha sido una escuela de realizadores, ya pesar de las turbulencias políticas ha conseguido, como sistemas de medios semejantes en el mundo, pertenecerle más al Estado –ya sus televidentes– que a los gobiernos.
Ahora, luego de meses de noticias preocupantes y de denuncias de sus trabajadores, después de la salida abrupta de su gerente, la gestora Nórida Rodríguez, y de la controvertida llegada de su reemplazo, el periodista Hollman Morris, resulta de suma importancia observar con atención. el comportamiento de RTVC en nombre de la ilusión de que sus servicios de noticias conservan la distancia de aquello que la audiencia percibe como propaganda oficial, sus redes no se reduzcan a una sola mirada del país y sus logros –sus programaciones bien curadas y sus producciones originales que han recibido tantos premios en estas dos décadas– sean celebrados y preservados como se merecen.
Es necesario que se terminen de aclarar las indagaciones por casos de presunto acoso laboral y que se conozcan los procesos internos que están en trámite para dar solución a estas situaciones. También hay que decir que se debe evitar que los reporteros del canal, así como los de todos los medios, sean objetos de agresiones por cuenta del clima de polarización. Pero, sobre todo, es fundamental que el carácter de RTVC sea salvaguardado y celebrado a unos meses de cumplir los 20 años.
EDITORIAL
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