Cabría preguntar ahora si los tormentosos días que la oposición oscurantista promovió nacional e internacionalmente, muy a su pesar, no se han dado o, por lo menos, no se expresaron en los términos catastróficos en que el imaginario premoderno más ortodoxo los ha estimulado

No se requiere ser muy malicioso para advertir que muchas veces la oposición proviene de las propias instituciones donde perviven agazapadas las fichas de gobiernos anteriores haciendo fortuna y degenerando anárquicamente a otros actores bajo el supuesto interés de “reinventar” la democracia y generar nuevas condiciones para “ mejorar” la gobernabilidad.

En ese sentido, han acudido a las más diversas maniobras propias del neoliberalismo excluyente y en otros campos, al manzanillismo pueblerino, tendiendo trampas y estimulando comentarios adversos (¿Cómo olvidar la “vaca paisa” y su verdadero objetivo financiero, que no era propiamente el túnel del Toyo, si no la marcha?), Lema con el cual se publicitó la generosidad paisa en determinados medios de comunicación, la mayoría de los cuales son declaradamente adversarios de la izquierda democrática y progresista.

Independientemente de que tales circunstancias hayan sido elaboradas en agencias publicitarias o en instituciones interesadas próximas al estado, en determinadas ocasiones, y de acuerdo con su grado de afectación, merecen un análisis desprejuiciado desde los sectores progresistas que arroje saldos fundamentados de logros y fracasos, y permitirles abrirles paso a los necesarios acuerdos políticos y socioeconómicos indispensables.

En las multitudinarias “marchas del domingo”, participó -no puede negarse-, una mayoría de ciudadanos inconformes no solo con el gobierno actual, sino con el sistema político cavernario.

Dado que no es posible, en el corto plazo, comprender el alcance de la disparidad de criterios -en muchas ocasiones abiertamente contradictorios- entre la favorabilidad de la crítica especializada en el orden internacional, que exalta entusiastamente el liderazgo, los discursos y las políticas del presidente Petro, al tiempo que en nuestra propia tierra los sectores de oposición arrojan lodo contra sus políticas transformadoras.

Sin embargo, es posible que allí tenga cabida el análisis científico del alto gobierno en un nivel que permita, además, la adopción de soluciones serias y relegitimadoras de la gobernabilidad en curso, si se mira desprevenidamente el curso de las marchas y las exigencias democráticas de sus numerosos portavoces. Esto debe hacerse, desde luego, con análisis científico (sociológico, con datos estadísticos comparativos, si se quiere).

Análisis que faciliten liberar, mediante la trazabilidad estadística, las tensiones y antinomias y, a su vez, permita liberar las vías del cambio como los del fortalecimiento del tejido social y cultural, de “la potencia de la vida”, la prioridad hídrica de la la naturaleza, la Reforma Agraria, la transición energética, entre otras numerosas transformaciones emancipadoras planteadas por la Colombia Humana del actual presidente, quien se ha propuesto crear las condiciones políticas para formar y consolidar el bien común y la soberanía popular.

En las multitudinarias “marchas del domingo”, participó -no puede negarse-, una mayoría de ciudadanos inconformes no solo con el gobierno actual, sino con el sistema político cavernario, al mismo tiempo que fueron visibles los gremios industriales y la distinguida presencia de algunos. dueños de las grandes corporaciones mercantiles que, por cierto, tan pronto empezaron a caer las amenazas gotas de lluvia, corrieron a resguardarse para proteger sus delicadas indumentarias. No iban a permitir que desde el cielo alguien un poquito más poderoso que ellos, les bombardeara su distinguida como solemne vestimenta.

Naturalmente, otros sectores acudieron a las marchas (algunos, no por voluntad propia según se advertía en la mayoría de sus rostros severos, aunque cautelosos); venían promovidos por sus superiores que los espiaban en la distancia con sus catalejos, así como una buena cantidad de curiosos embanderados, ese agregado de individuos, ¡que nunca falta! aunque sólo aporte la liviana materia de su organismo desvaído.





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